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  • Alejandra Suárez Cedeño

A todas aquellas personas que buscan un

lugar donde pueda germinar su semilla


Al sembrar una semilla en un recipiente pequeño y podar la planta que nace, en periodos específicos, surge un pequeño árbol que se adapta al tamaño de la maceta, se le conoce como Bonsái. El economista y líder social bangladesí Muhammad Yunus, utiliza esta analogía para representar la situación de las personas en condición de pobreza, en sus palabras: "Los pobres son gente bonsái. No hay nada malo con su semilla, la sociedad nunca les permitió el espacio para crecer tan alto como los demás árboles’’. A continuación voy a compartirles un poco de la historia del economista y de su propuesta, la cual me resulta muy inspiradora en estos tiempos.


El año 2020 ha sido una oportunidad para que muchos nos replanteemos diferentes facetas de nuestra vida, e incluso, ha sido un periodo fértil para cuestionarnos qué queremos construir y cuál queremos que sea nuestro aporte a la sociedad. La historia que les voy a contar de Muhamad Yunus empieza en Bangladesh, él dictaba clases en la Universidad de Chittagong y enseñaba economía con todo el entusiasmo de quien acababa de terminar su Doctorado. Sin embargo, en sus palabras ‘‘Sentía como si lo supiera todo y creía que tenía todas las soluciones. Pero luego salía del aula y veía esqueletos a mi alrededor. Hay muchas, muchas maneras de morir, pero ninguna es tan cruel como morir de hambre; la muerte se acerca a ti, la ves, y te sientes impotente porque no puedes encontrar un puñado de comida para poner dentro de tu boca’’ (Yunus, pág. 1997). Bangladesh afrontaba las penurias de una hambruna, en este contexto, Yunus se cuestionó cómo había personas que vivían tan cercan de la Universidad y no tenían el alimento necesario para sobrevivir, e igualmente, se preguntó qué podía hacer al respecto.


El economista empezó a hablar con la población de la aldea, dónde tuvo la fortuna de conocer a una mujer que hacía asientos de bambú. Ella le explico que tenía muy poco dinero para vivir. No tenía el capital inicial para adquirir la materia prima que le permitiera realizar su trabajo y los únicos prestamistas a los cuales ella podía acceder, le cobraban intereses usurarios, lo cual implicaba que el margen de ganancia era irrisorio. Posteriormente, el profesor descubrió que había otras personas en igualdad de condiciones. Las artesanas no podían acceder a préstamos en el sistema financiero ya que no tenían historia crediticia que las respaldara. Eran 46 mujeres y entre todas, tan sólo necesitaban 27 dólares para iniciar sus proyectos económicos. Yunus decidió prestarles el dinero y posteriormente ser el deudor ante los bancos, él era quien figuraba en los papeleos para permitir que ellas fueran acreedoras de los prestamos.


Las mujeres pagaron sus deudas tal y como les correspondía. Otras personas acudieron a él y a sus estudiantes para poder acceder a estos créditos, Yunus decidió plantearles este negocio a los diferentes bancos del país, pero todos creían que era una pésima idea prestarles a personas que no podían respaldar su deuda y menos aún, por una suma tan irrisoria. Aún después de replicar esto en cientos de villas para probarle a los bancos que no sólo era una oportunidad interesante de negocio, sino también, que los acreedores estaban cumpliendo con sus deudas; ningún banco quería aceptar las condiciones.


Yunus decidió crear -junto con otros- el Grameen Bank o Village Bank (¡BAM!). El Grameen Bank fue el resultado de las observaciones Yunus y de sus estudiantes, quienes entendieron cómo funcionaban los bancos y decidieron hacer justo lo opuesto. ¿Lo opuesto? Sí. Prestar dinero a personas ubicadas en zonas periféricas y no en la cuidad, a mujeres en vez de a hombres, a personas de escasos de recursos en vez de aquellas que garantizaban sus ingresos, e incluso, decidieron no contratar abogados a diferencia de los grandes bancos que contaban con abogados especializados (aunque este no es un llamado para que no nos contraten, al contrario, es un llamado para utilizar nuestros talentos al servicio de la sociedad).


Actualmente, Grameen Bank pertenece a sus clientes, son ellos quienes poseen el 90% de la propiedad del banco. Tiene más de 8.4 millones de miembros, el 97 % de los cuales son mujeres y ha prestado más de US 12.5 billones desde su creación. Ha sido internacionalmente reconocido por su revolucionario sistema de micro-créditos (pequeños préstamos a empresarios demasiado pobres para cumplir los requisitos para préstamos bancarios tradicionales).


El profesor ha concluido de sus observaciones y práctica que no hay ningún problema con las personas en situación de pobreza. Él ha demostrado cómo la pobreza no es creada por quienes la viven, al contrario, es una situación externamente impuesta. Las personas son pobres porque el sistema y las instituciones no les han brindado las oportunidades para que su semilla germine. A Yunus se le otorgó el premio nobel de paz en el 2006, no sólo por el modelo de negocio antes narrado, sino también por crear el concepto de los negocios sociales.


¿Qué es un negocio social? Andrés Trujillo, director de aceleración e impacto social de Yunus Negocios Sociales Colombia lo definió de la siguiente manera ‘‘Un negocio social se entiende como una empresa creada para resolver un problema social o ambiental’’ (Trujillo, 2016). La utilidad resultada del producto o servicio puede i) ser reinviertido en el mismo negocio para ampliar el valor social o crear nuevos negocios sociales; ii) que los propietarios del negocio sean personas en condición de pobreza. Los objetivos que estas empresas comparten son aspectos como: mejorar la sociedad, ser financieramente viables y respetar el medio ambiente.


Los negocios sociales desde su nacimiento son concebidos para darle solución a problemas de la comunidad y a la par, generar ingresos, de esta manera permiten que estos retos no sean solo asuntos netamente del sector público ni labor exclusiva de las fundaciones (sin excusar la responsabilidad que tiene el Estado garantizar la calidad de vida de las personas). Al contrario, la conexión entre la búsqueda de capital económico y el impacto social positivo es lo que permite su continuidad en el tiempo. Esto brinda una oportunidad real a aquellos que en principio no estarían en condiciones de acceder al sistema financiero debido a su pobreza.


Finalmente, cabe decir que el modelo de Yunus puede ser objeto de muchos comentarios, criticas (en especial con relación al sistema económico al que responde) e incluso, mejoras. No obstante, me resulta valioso en estos tiempos en los que estamos asumiendo grandes retos como sociedad y como comunidad. Hoy día tenemos una gran oportunidad para cuestionarnos, buscar, transformar y sobre todo decidir en qué tipo de tierra queremos que nuestras semillas germinen.

Bibliografía:

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Actualizado: 24 sept 2020

En términos económicos, el mercado legal mundial está cercano a un trillón de dólares según Research and Markets, y es por tanto, uno de los mercados más importantes. A pesar de esto permanece fuertemente sub digitalizado. A nivel corporativo la tecnología ha apoyado casi todas las funciones: ventas, operaciones, marketing, recursos humanos, estrategia o compras. Sin embargo, en el área legal, se sigue usando Word y ocasionalmente Excel como principales herramientas tecnológicas. La mayor parte del trabajo se sigue hace de forma manual.


En los últimos años la Inteligencia Artificial (IA) ha generado mucho ruido e incluso se han llegado a tener visiones casi apocalípticas como la de James Barrat en su libro “Our Final Invention” (Nuestra última creación), pronosticando que la humanidad no podrá sobrevivir al lado de una inteligencia que eclipse la nuestra. Incluso, Andrés Openheimer en su libro “Sálvese quien pueda” indica que esto ya está pasando, con hoteles en Japón que se atienden casi solos –con una mínima intervención humana. En este artículo exploraremos qué tanto de esto es cierto en el derecho, y si es cierto que los abogados podrían ser reemplazados por esta inteligencia superior.


En primer lugar, la IA se define como: la ciencia y la ingeniería para hacer máquinas inteligentes, o en términos más sencillos “tecnología cognitiva”. Existen múltiples ramas tales como: Procesamiento Natural de Lenguaje (NLP), traducción comprensiva, clasificación y agrupación y extracción de información. Todos tienen claramente un potencial de tomar partido en el derecho. Sin embargo, es importante plantear una clasificación más general: IA fuerte e IA débil. Mientras que la primera habla de la posibilidad de razonar, representar conocimiento, planear, aprender, comunicarse en lenguaje natural e integrar todas estas habilidades hacia una meta específica, la segunda está más concentrada en solucionar problemas específicos, de un contexto concreto y usualmente más simple.


Específicamente en derecho, los avances actuales son de tipo IA débil, debido a que necesita de un experto –un humano, posiblemente abogado– que prepare la información en el formato que el motor computacional la requiere, solicite el procesamiento, tome el resultado y genere una interpretación para la toma de una decisión en el mundo real. Esto no se debe menospreciar, de hecho, ya estamos presenciando una gran revolución al respecto. Vamos a mostrar a continuación algunas de las aplicaciones que ya existen.


Análisis de contratos

Muchas de las interacciones humanas se terminan viendo reflejadas en un contrato, y en la medida en la que avanzan las tecnologías tipo Procesamiento Natural de Lenguaje (NLP) , aparecen cada vez más avances que son capaces de procesar grandes cantidades de contratos, señalar las partes más riesgosas, establecer una exposición general de responsabilidad de cada parte e incluso sugerir cambios específicos o evidenciar falencias. Algunos de los ejemplos son Lawgeex, Klarity, Clearlaw o LexCheck. La labor del abogado aquí será menos descriptiva ya que tendrá que aprender a interpretar el resultado numérico que arroja la máquina, y decidir cuándo acepta sus sugerencias, –las cuales vienen de una base de conocimiento electrónica– o cuando prefiere redactar su propio ajuste.


Análisis generalizado de contratos

A gran escala, para una empresa o una entidad, es más difícil entender la suma de todas sus obligaciones, el nivel de riesgo o exposición que tiene y la vigencia de estas. Este tipo de tecnologías, podría hacer una evaluación completa de todos los contratos y definir de forma gráfica la situación total de la empresa. Algunos ejemplos de estas tecnologías son Kira Sistems, Seal Software, Lexion, Evisort, Paperflip. La labor del abogado aquí se enfocará más en tomar este resultado y definir acciones que debe tomar la compañía anticipándose a un conjunto de obligaciones que se vencen en cierto momento o estableciendo políticas para disminuir el nivel de riesgo al que está expuesta la entidad en futuros contratos.


Predicción de Litigios

Los expertos han venido trabajando en algoritmos capaces de prever el resultado de un litigio. Esto permite a las diferentes partes tomar decisiones acertadas sobre acuerdos o conciliaciones previas a ir a los juzgados, o qué tantos recursos utilizar en un litigio. Los avances aquí aparentan ser impresionantes, ya que han sido acertados entre un 70% y un 79%, mientras que los expertos humanos tienden a tener un 55% de efectividad. Sin embargo, estos estudios se han hecho en áreas específicas, como derechos humanos o casos relacionados con alguna corte particular, es decir: contextos muy concretos. Algunos casos son Blue J Legal y Legalist. La labor del abogado aquí será entender el resultado que está dando la herramienta y tomar decisiones sobre la estrategia para afrontar el caso y/o hacer ajustes menores sobre la marcha.


Otras aplicaciones pueden ser investigación general o la debida diligencia (due diligence), en donde se facilitarán las labores del abogado ya que ya no serán simplemente buscadores textuales, sino que los algoritmos pueden entender relaciones entre conceptos y por tanto traer resultados más relevantes, disminuyendo así la labor manual del abogado.


Aquí ya vemos un patrón claro, el abogado se enfocará menos en tareas manuales y tediosas revisiones detalladas, estas labores van a ser adelantadas o facilitadas por la IA y el abogado se enfocará en la verdadera toma de decisiones y por tanto, su labor en el día a día será más sofisticada. En especial, el humano deberá entender los sesgos que puede tener la tecnología: la forma como el programador lo diseñó o el conjunto de datos con el cual se entrenó el motor inteligente.


A pesar de todo esto, es importante, no subestimar los avances tecnológicos. El mejor predictor en este caso ha sido la ley de Moore que dice que la capacidad de la tecnología se duplica cada 18 a 24 meses. Esto quiere decir que en una década es la tecnología será unas 32 veces más poderosa de lo que es hoy. En el caso del derecho, donde la tecnología ha tenido poca participación, podríamos ver grandes avances en los próximos años.


Y entonces, ¿cómo me debo preparar?


Los abogados tendrán que ser aún más integrales ya que tendrán que entender no sólo sobre derecho, y el área particular de aplicación: civil, laboral, penal, etc., sino también la tecnología. Esto debido a que, si entiende cómo es el proceso cognitivo, puede identificar errores o puntos de mayor atención.


Los reclutadores y las empresas en general, buscarán cada vez más abogados que tengan la mente abierta, que estén dispuestos a usar nuevas herramientas y que tengan curiosidad por aprender sobre tecnología, entenderla, usarla e incluso mejorarla. Un abogado (idealmente) tiene que ser creativo, imaginativo y ser capaz de entender contextos completos filtrando con inteligencia qué es ruido y qué es información real. Estas habilidades serán ahora más importantes ya que son las más difíciles de imitar por una máquina.

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  • Isabel Aguirre Álvarez

Actualizado: 15 sept 2020

La creatividad como antídoto


La humanidad ha experimentado múltiples episodios históricos que han resultado ser determinantes en su devenir, desde guerras, desastres naturales, treguas, revoluciones, grandes invenciones, entre otras, que en el mejor de los casos, pero no en todos, han supuesto puntos de inflexión y desafiado nuestro entendimiento como especie. 


Este ha sido el caso, en lo que atañe al futuro de los abogados postapocalípticos, del surgimiento de tecnologías digitales que han convergido para la transformación, y en algunos casos para la esclavización, de las sociedades. El ejercicio de la creatividad se materializado en múltiples disrupciones que desde la aparición del Homo Sapiens, diversas en sus efectos y no gratuitamente denominadas revoluciones, han volcado múltiples veces la dinámica social. Corolario de esto la revolución del conocimiento, la revolución agrícola, la revolución científica, la revolución industrial, la cuarta revolución. 


En los últimos meses hemos experimentado un evento sin precedentes en cada una de las vidas de las personas que hoy habitamos el mundo. Se ha gestado, en la vida de los más privilegiados, el escenario perfecto para las reflexiones y existencialismos que quizás incidan en la forma de relacionarnos como sociedad y coexistir con el ambiente, experimentamos como sociedad una sensibilidad especial al cambio, impulsada, en la mayoría de los casos, por las consecuencias económicas devastadoras de la pandemia y la cercanía de la muerte. Nos encontramos entonces, en caso de supervivencia, en el laboratorio perfecto para nuevas creaciones. 


Si bien aún estamos ante un panorama ciertamente incierto y en el que hacer predicciones puede resultar inútil, sí es claro que la creatividad jugará un papel importante, ahora más que nunca, en el entendimiento del otro y del entorno, en el ejercicio de las profesiones y en la actividad económica. Rescatemos de la historia las enseñanzas de aquellos grandes del pasado, inyectemosle un nuevo aire, más humanizador y transformador, a las necesidades del presente. 

No siendo nada diferente a lo ya señalado en múltiples fuentes oficiales, extraoficiales y extraterrestres, lo que ha sido llamado la segunda crisis económica más grande después de la Gran Recesión, tendrá que ser paliada y combatida desde múltiples frentes, no solo mediante la gracia de la creatividad entendida en pocos términos como la capacidad de generar nuevas ideas y conceptos, sino con robustas políticas públicas, la potencialización de los derechos, la concienciación de los propósitos y del ambiente y, sí, transparencia en la gestión de los recursos y en el ejercicio profesional. 


Los abogados y abogadas entonces, nos vemos ante un panorama en el que las fórmulas tradicionales tienen que ser replanteadas, sino abolidas, y en el que tendrán que conciliarse, ahora sí, la esencia social y pública del ejercicio del Derecho, con la búsqueda y propulsión de los intereses privados, que a nuestro juicio, más que tratarse de una utopía, es solo una apuesta por la justicia.

Cuando hablamos de replantear las fórmulas tradicionales, desde hace algunos años se han puesto sobre la mesa conceptos que en un principio sonaban extraños y lejanos a la profesión jurídica, tales como disrupción, reinvención e innovación. Estos conceptos ya han dejado de ser disruptivos, reinventivos e innovadores y ahora son la convención. Sin embargo, la esencia de los mismos sigue estando llamada a ser rescatada e incorporada en nuestro ejercicio, a ser tomada en serio. 


Ahora que somos abogados y abogadas color naranja, púrpura o azul, y que, finalmente hemos entendido la impermanencia de las cosas y las bondades de la mutabilidad, si no es este el momento para hacerlo, entonces no es claro cuál. Estamos ante la excusa perfecta de pasar del dicho al hecho y sacar a relucir las cualidades y características del abogado postapocalíptico.


En un mundo que ha sobrevivido, en el que el ecosistema Legaltech a diferencia de otros ecosistemas, se ha fortalecido, y en el que toma fuerza la interdisciplinariedad de los procesos, la participación de múltiples jugadores en los asuntos jurídicos y en general el desarrollo de herramientas tecnológicas pensadas para facilitar la prestación de los servicios legales, deberán emerger cualidades, habilidades, aptitudes y capacidades, a las que habrá que hacer Zoom para el ejercicio del derecho en un nuevo mundo.  


Veremos caminando por el mundo entonces, abogados y abogadas, que miran a su alrededor, más empáticos,  sin miedo a los riesgos y desafíos del emprendimiento, flexibles, robustos en sus  conocimientos en Derecho, con un pensamiento original y revolucionario, interdisciplinario, conciliador, curioso y creativo en la proposición de alternativas y vehículos jurídicos que generen valor, no solo al gestor de la idea, sino también, a la sociedad y a aquellos que no tuvieron la suerte de reinventarse en medio del apocalipsis.

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